Aunque
cualquier petición sincera es oída por ellos,
en mi caso particular la forma de comunicación que
más eficaz me ha resultado es lo que Terry Taylor y
otros autores llaman el correo de los ángeles. Se trata
ni más ni menos que de escribirles una carta relacionando
de la manera más clara y concisa que podamos aquello
que nos preocupa y para lo que deseamos hallar una solución,
el aspecto de nuestra vida que quisiéramos mejorar
o simplemente la circunstancia externa, el objeto o el hecho
que deseamos obtener. Del mismo modo que la palabra hablada
tiene un poder propio, la palabra escrita también tiene
una fuerza especial.
Es
importante la claridad. Parece que los ángeles gustan
tanto de ella como del buen humor, y al mismo tiempo les disgustan
las cosas embrolladas, tanto como las serias y falsamente
importantes. Podemos seleccionar al ángel destinatario
según sea el tema de nuestra petición, o podemos
dirigir la carta a nuestro propio ángel de la guarda,
encomendándole que se ponga en contacto con el ángel
o grupo de ángeles especialistas en el tema del que
trata nuestra misiva. Podemos al mismo tiempo, informar mentalmente
al arcángel que gobierne sobre dicho tema - por ejemplo
Rafael, si se trata de curación - pidiéndole
su ayuda para que destine a cuantos ángeles sean necesarios
para solucionar la petición que hemos hecho.
Es
conveniente buscar un lugar tranquilo y disponer de algún
tiempo durante el cual, en principio, no vayas a ser molestado.
Al igual que con la meditación, puedes encender una vela - a los ángeles les gustan las velas - y tal vez incienso si sientes que ello puede ayudar a tu concentración.
Permanecerás durante unos instantes consciente de tu respiración, sin forzarla, dejando que fluya a tu ritmo natural.
Seguidamente
centrarás toda tu atención en tu ángel
de la guarda, al igual que harías si fueras a escribirle
a un amigo. Sentirás cómo la energía
de tu ángel te envuelve y te inunda.
Tras fechar la carta y poner: "Querido ángel": las palabras deberán fluir por sí mismas. Podrás expresar cuanto desees y podrás pedir su ayuda para todos los asuntos que lo necesiten.
Una vez hayas expuesto todas tus peticiones, dale las gracias por anticipado, y firma. Seguidamente es conveniente meter la carta en un sobre y cerrarlo definitivamente.
Si tienes un altar para la meditación, un cofre donde guardes tus cosas más valiosas o algún sitio especial tuyo, puedes depositar allí tu carta. Algunas personas lo hacen dentro de una Biblia, o de un libro con un elevado contenido espiritual. Otros la guardan en la almohada, la entierran al pie de un árbol, o bien la queman, visualizando que el humo al elevarse lleva el mensaje a su destinatario. Puedes elegir el método que desees. En caso de duda, pregúntale a tu ángel.
Al igual que a nuestro ángel de la guarda, podemos escribir a cualquier otro ángel, invitándolo a que venga a nuestra vida o pidiéndole su ayuda para un caso determinado.
En
los casos de problemas con otras personas, que parezcan de
difícil solución, podemos igualmente escribir
a sus ángeles de la guarda, explicándoles las
cosas que no podemos decir personalmente a sus protegidos
y solicitándoles su ayuda para la resolución
del conflicto. Es imprescindible decir siempre la verdad,
expresando abiertamente nuestros sentimientos, nuestros miedos
y nuestras culpas. Desde el mismo momento en que escribamos
esta carta, las dificultades empezarán a desmoronarse.
Es
importante incluir en alguna parte del texto la frase "para
el mayor bien de todos los implicados" y finalmente,
debemos darles las gracias y reconocer debidamente su ayuda.
Decía Juan XXIII en una alocución dada en el
año 1961: "Nuestro deseo es que aumente la devoción
al Angel Custodio. Cada uno tiene el suyo y cada uno puede
conversar con los ángeles de sus semejantes".
Una vez hayamos iniciado el contacto angélico, se suele
producir un fenómeno curioso: vemos ángeles
por todos lados, en los escaparates de las tiendas, en las
páginas de los periódicos, en las exposiciones,
en las letras de las canciones, en las películas cinematográficas
y en las formas de las nubes que el viento mueve sobre nuestras
cabezas.
Es
como si los sentidos se hubieran hecho repentinamente mucho
más sensibles a su presencia. También se multiplican
las coincidencias, conoceremos a personas de nombre ángel,
o que se interesan por los ángeles, o que viven en
la calle o en el barrio del ángel, por poner un ejemplo.
Nada impide que escribamos más de una carta, o que
tratemos en una misma diferentes asuntos y efectuemos sendas
peticiones, con tal que todo esté expuesto con la suficiente
claridad. El número de ángeles es ilimitado,
y del mismo modo, tampoco hay límite alguno a la cantidad
de ángeles que pueden estar ocupados con nuestras peticiones.
Otro
fenómeno que suele darse una vez iniciado este contacto
hombre-ángel es la sensación de estar siempre
acompañado. Una amiga a quien recientemente aconsejé
pidiera ayuda a los ángeles para sus abundantes problemas,
me contó que a los pocos días, estando en un
ascensor sintió claramente que había alguien
detrás suyo, incluso se hizo ligeramente hacia delante
para no pisar ni chocar con dicha persona. Al llegar a la
planta de su destino y disponerse a salir comprobó
anonadada que sólo ella ocupaba el ascensor y por ello
aparentemente había estado todo el tiempo sola. Según
ella, en ningún momento sintió el más
mínimo miedo, sino sólo la sensación
de estar con alguien. Cuando finalmente vio que no era así,
se sintió contenta y divertida.
Cuando se nos presente repentinamente una situación de riesgo o especialmente peligrosa, no hay que dudar en pedir su auxilio mentalmente, con toda la intensidad que seamos capaces. Es en tales momentos cuando su ayuda suele ser más efectiva y espectacular, pues si hay algo que realmente gusta a los ángeles, es poder eliminar la angustia, la congoja y las preocupaciones que atenazan a los humanos.
La
ayuda angélica en el campo laboral produce unos resultados
sorprendentes y al mismo tiempo hace que nuestro trabajo deje
de ser una carga, para convertirse en un placer. Simplemente
hay que comenzar la jornada mandando un pensamiento a los
ángeles especialistas en nuestra actividad, para que
desde el plano invisible nos acompañen y nos ayuden.
Además de este contacto inicial es conveniente pedirles
mentalmente su apoyo cada vez que vayamos a abordar una labor
delicada o difícil.
Con el tiempo se llegan a establecer
fuertes lazos de compañerismo, que no sólo alivian
nuestra carga en este mundo, sino que - lo que es más
importante - nos conecta con el otro. Podemos beneficiarnos
de su ayuda cualquiera que sea nuestro trabajo, aunque ciertas
profesiones parecen ser sus preferidas, como todas las que
tienen que ver con la curación, los niños, la
creación artística, la música, la difusión
de la cultura, la asistencia social o la orientación
psicológica.
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