Dios/diablo, bien/mal, luz/oscuridad... para todas las personas con intereses mínimamente espirituales, la disyuntiva está clara; es bastante obvio que desde que nacemos, se nos plantean situaciones, pensamientos y dudas en las que se hace necesario una posición... a base de decisiones individuales vamos conformando unos principios o forma de vida que nos hace únicos a base de nuestras elecciones.
Lo que pasa es que durante años, muchos de nosotros, aún conscientes de que esa dualidad existe y está clara, no analizamos una postura general en la vida: creemos en Dios o no, hacemos el bien pero también tenemos nuestras debilidades como humanos... incluso dejamos de lado el "Bien" y nos dedicamos un poco más a nosotros mismos y a cultivar nuestra satisfacción propia y nuestro ego.
¿Pero qué pasa si ahora te mandan posicionarte? Un 99% de nosotros, gracias a Dios, lo haremos del lado del bien, de la luz... del mismo Dios pero... ¿Obramos en consecuencia? ¿Llenamos nuestros días, actos y pensamientos de bondad, generosidad y pureza dejando de lado el egoísmo, la mentira y la maldad?
Este es el tercer paso, el de tomar la firme decisión de "militar" en un bando... no me refiero a estar a favor de ese lado, ni decantarse, sino servirlo de manera exclusiva al 100%.
Personalmente, hace una temporada que lo intento, trato de aplicar el "Bien" a cada gesto, palabra y pensamiento y por lo que veo, cuanto más "militas" y más te posicionas, más duros son los ataques del bando contrario, que te acecha en cada esquina, en cada paso y a cada minuto más inesperado. Esto me reafirma y aumenta mi fuerza y mi pasión para seguir del lado de la luz y sólo pido a Dios que me haga más inteligente para poder discernir mejor entre él y "los demás".
No te voy a preguntar de qué lado estás sino...
¿Para qué lado trabajas?
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