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jueves, 30 de octubre de 2014

ME GUSTA LA GENTE



Me gusta la gente, la gente que me cruzo, la que se sienta a mi lado en el bus... me gusta el concepto de gente porque generaliza, porque miras "por encima" a la humanidad y desde arriba sólo se percibe lo de fuera. Lo de fuera, en este mundo superficial, es muy bonito.

Me gusta mirar a las personas que no conozco e imaginar a quien quieren, cuanto amor llevan dentro y qué grande es su alma. En cambio, esta observación no me resulta tan satisfactoria cuando miro a mucha de la gente que conozco... sé que aman, pero a la vez empequeñecen su alma. Lo sé porque conozco el detalle y no puedo limitarme a "mirar por fuera"

Me gusta mirar los bares desde fuera, los amigos en la barra, tomando cañas o en una mesa, inmersos en una conversación. Me paro a curiosear desde las cristaleras, con una media sonrisa, porque me llena de vida ver ese intercambio de amistad. Sin embargo no me gusta escucharles desde dentro: las discusiones, la política y las envidias afean mucho mi concepto de gente y la visión externa de la escena.

En el fondo sí me gusta la gente, la gente de verdad, con sus miserias, sus errores, sus maldades y sus ignorancias; tiene que gustarme, porque es la única esperanza de esta vida... el género humano es, al final, lo mejor que tenemos, porque "nos tenemos"; por eso es mejor obviar lo negativo y verlo todo "desde fuera", para poder seguir amando la Gran Obra de Dios.

Me gusta mirar y admirar a la gente desde fuera pero nunca me miro a mí.



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